martes, 31 de diciembre de 2013

Good Times Bad Times

(Por fin pude usar este título para nombre de un post)

Habida cuenta de fin de año, se me vienen los típicos pensamientos de estas fechas: resultados, balances, resúmenes, etcétera. Y la verdad es que un poco de cagazo da.

Para ser franco, mi 2013 fue muy bueno -a diferencia de lo que parecería le pasó a mucha gente. Sin ahondar en detalles innecesarios, su contraste con el año pasado es tan asombroso que todavía no lo puedo creer. Pero es por eso mismo que temo un poco por el futuro que viene: según la ley del péndulo (en la cual creo), o el karma (en el cual creo mucho más), se nos suele presentar la calma que anticipa el huracán, o bien una tormenta luego de la cual saldrá el sol. Lo cierto es que si mi 2012 fue malo, y mi 2013 bueno, temo el doble por lo que puede venir. A lo largo de la historia ciertamente luego de sucesos buenos o fantásticos, vinieron después épocas de penurias. Aunque también ha sucedido al revés (y sino, chequear las historias pre y post II Guerra Mundial).
Todo lo que puedo decir en ese caso es que los momentos buenos hay que saber potenciarlos, y de los momentos malos rescatar la madera que nos mantenga a flote cuando estemos en el medio del torbellino. Yo hace poco dije que no tenía demasiadas expectativas de lo que iba a venir. Pero si no me puedo mantener contento después de un gran año, y más teniendo en cuenta lo que le falta a tanta gente, significa que soy un infeliz. Por lo que no voy a dejar que pase. Por vida, por juventud, y por gracia. Por Amor, espero me equivoque cuando suponga sobre un mañana nublado. Porque todavía queda bastante por recorrer, y quién sabe si no fue este año el inicio de algo mucho mejor. Time will tell us.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Empty Spaces

Como habitual corredor de la ciudad y ciclista de la ciudad que me considero, el ir trajeteando las calles por otro medio ha permitido sacar diferentes conclusiones. Pero quisiera reparar en una en particular:

Las calles están muy vacías. Realmente lo digo. Es simplemente ir por un barrio tranquilo a mediodía, o pleno centro de noche, o cualquier hora y ver cómo falta gente por las calles es alarmante. Pero lo digo por esto: al no haber presencia, no hay actividad, no hay forma de saber lo que pasa en el día a día... excepto por los medios (ay!). Por supuesto que contemplo que la gente va a trabajar, pero no todos trabajan todo el día y aún así sucede.
Pero también siento como si no hubiera ganas de salir, de diversión, de hacer algo. Y si me apuran, puedo tirar 2 razones: la primera es la enorme industria del entretenimiento que nos mantiene más alejado de todo y unidas a ella, con pantallas de todo tipo. Esto genera paja de salir y preferencia por la comodidad de casa. Comprensible pero perjudicial.
La segunda es el miedo. El miedo a que te afanen, a que te choreen, a que te maten (que, reconozco, también sufro) hace que sea más repulsivo salir a la calle. 

Ahora bien, cuando digo que están vacías, es que están vacías. O sea, no se contempla, ni veo situaciones de robo -que tranquilamente podría pasarme de ver- ni situaciones límite. Esto implica que, al no haber gente fuera, no va a haber quién te afane, porque no hay sujeto a robar. A los medios de comunicación, que les encanta inflar este tema deleitándose con el morbo público, nos comunican de asaltos y asesinatos todos los días. Es una reverenda cagada para quienes les pasa, pero no significa que pase todo el tiempo en todos lados. Creo que si todos saliéramos más seguido, aunque más no sea a caminar (las cosas están caras), la presencia de gente podría -digo- calmar o reducir la posibilidad de robo. Es obvio que me arriesgo a decir una pelotudez inmensa pero a mi teoría le falta demostración, con lo que, hasta que no se pruebe lo contrario, es potencialmente posible -ojalá la sea.

Contamos hoy en día con una libertad de andar que antes no se tenía, con lo que bogo por hacer uso de ella, aprovecharla hasta donde más no se pueda y disfrutar de cada día/noche de la vida, porque difícilmente se pueda volver a repetir.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Hermano Perro/ Mestizo

¿Qué sentirá un hermano mayor lo suficientemente consciente cuando se entera que le llega un hermanito menor? Dicen que celos. Nunca lo sabré. Lo que sí sé es que a este blog le salió una especie de hermanito menor. Pero por los patrones que suelo ver no me gustan los hermanos menores, por lo que voy a decir que es una especie de mellizo tardío. Porque estaba adentro mío, sólo que tardó en salir.
Lo cierto es que inauguré un nuevo espacio el 19/12/13 llamado Otras Palabras, cuyo subtítulo es nada más y nada menos que 'Todo lo que no entró en Say No More'. Porque sí, porque a lo largo de todos estos años, 'Say No More' ha tomado una entidad propia de la que estoy muy orgulloso, pero en la que ciertas cosas no encajan. Por eso este nuevo espacio, que será un mestizaje entre mi faceta periodista -aparecerán crónicas, entrevistas- y la de escritor -habrá microrrelatos, cuentos y poemas-.
No sé qué va a pasar con este blog. Porque hace mucho que no tengo ideas asiduas sobre qué escribir (maldito 2012 que me secó la imaginación), sencillamente porque no estoy suficientemente informado. Tampoco se suceden la cantidad de visitas que antaño tenía y prácticamente no hay comentarios. Tampoco olvidemos que los blogs pasaron hace rato de moda, lo que de una forma u otra termina afectando.
No creo que vaya a cerrar este espacio, o sería una falta de respeto a todos estos años de gente discutiéndome, debatiéndome y haciéndome crecer. Pero llega un punto, por lógica mutación, en que un cambio es necesario. Y no es un escape de mi ni de ningún lado, sino... simplemente tomarlo como una construcción de una habitación al lado de esta gran casa que es mi blog.

viernes, 20 de diciembre de 2013

El Día que apagaron la Luz

¿Nos hemos dado cuenta la dependencia que tenemos con la luz? Tal vez este sea un post muy porteño por el momento, pero cierto es que se puede proyectar a otros lugares del país y del mundo.
Volviendo al punto, estos días donde ha escaseado la luz en más de un barrio de Capital Federal todos tuvimos la posibilidad de ver lo atados al suministro de energía eléctrica que estamos. La heladera, la tele, el teléfono, la computadora, el ventilador, el aire acondicionado, el microondas, la tostadora, las lámparas; son todas cosas que usamos asiduamente y estos días se nos han visto negadas. Cuestión por la que más de uno sufrió. Ahora, lo increíble es ver cómo no se han buscado alternativas serias ante esta potencial eventualidad.
Bah, buscar se ha buscado, sólo que no han habido políticas al respecto: los tragaluces, la "lamparita para pobres" inventada en Brasil, los paneles solares, el regulador de agua creado en España, son todos hijos de la necesidad -necesidad de gente de escasos recursos, que los gobiernos se han negado a aplicar.
Más allá de preguntarme cómo es posible que escasee una fuente de recursos renovables, las inquietudes que tengo son 2: por un lado, qué negocio habrá para que no se apliquen medidas de distribución y ahorro -y no la ridiculez de pedir grupos electrógenos en todos los edificios-; o bien se los suprima ante la acción popular (como sucedió en España con la "privatización del sol"). Y la segunda es, como dice un maravilloso libro que estoy leyendo, Dios y el Estado, de Mijail Bakunin, tratar de no hacer de nada nuestro "dios", por natural imperfección y falencia del mismo, y por eventual fallo que puede tener este o nos veremos condenados a su conducta, dejando a su libre merced nuestra libertad. Y ojo con subestimarlo, nunca se puede saber hasta dónde pueden llegar las consecuencias.

viernes, 13 de diciembre de 2013

No future [?]

No acostumbo a traer posteos pesimistas a este blog. Pero lo sucedido hace un par de días me dejó realmente una profunda tristeza. Bronca, impotencia. Decepción, desconfianza. Alicaimiento. Llámenlo como quieran, pero como tal me produjo más de una cosa en la que pensar.
La situación del país, de más está decirlo, no es la mejor. El 10 último se vieron 2 polos prácticamente opuestos: por un lado, el conflicto desatado en Tucumán, Santa Fe y otras provincias; y por el otro, los festejos por los 30 años de la vuelta ininterrumpida de la democracia a la Argentina.
Vamos por partes: tenemos en el primer flanco a la policía pidiendo $8100 de sueldo básico. Hijos de mil putas: corruptos, ineficientes, represores, liberan zonas, desaparecen gente (Luciano Arruga, por caso), cómplices de las redes de trata y todavía reclaman más plata. Para colmo, como el resto de los gendarmes vio que la estrategia en Córdoba funcionó, copiaron. Y la gente -lógicamente- entró en pánico.
En otro costado, los festejos en Plaza de Mayo.Todo bien (¿todo bien?) con celebrar el aniversario, pero sinceramente no me parecía el momento adecuado. Y no creo que hubiese sido una falta de respeto ni algo por el estilo el posponer los festejos para más adelante. Yo no sé si los saqueos estaban organizados o no, no me da esa sensación -ojalá me equivoque, ya que mejores argumentos no tengo- pero me pongo en la piel de alguien que no ha sido criado con cultura del trabajo hace ya 3 o 4 generaciones, y no veo una coincidencia en que dicha gente salga a robar -sea lo que robe. Es triste, pero en un punto tiene sentido.
En otras palabras, ¿estamos seguro de lo que festejamos? Preferiría afirmar que van 30 años de la retirada formal y práctica (excepto por los levantamientos) de la última dictadura militar antes que por un sistema político que ha pocos ha dejado y deja algo realmente. No es lo mismo democracia política que democracia económica, y bien valdría preguntarse cuál se festeja. Pero partamos de la base: 'democracia' etimológicamente significa que es el pueblo quien toma las decisiones. Ahora bien, ¿el pueblo toma las decisiones o elige a quienes toman las decisiones por el? Estos electos, ¿son el pueblo? ¿Lo representan? ¿O son unánimes representantes de un sistema que constantemente pudre por dentro? ¿Cuántas pruebas más necesitamos para ver que el poder corrompe? No importa qué tan buenas intenciones se tenga u honesto se sea, el ambiente sucio termina por tragárselo a uno, como personas que somos y comunidad social que conformamos. Lo lamentable que queda después es que, perpetuándose por distintos tiempos y nombres, los partidos políticos terminan por disputarse el poder por el poder mismo -como bien dijo George Orwell en 1984.
No estoy seguro de tener que festejar por un sistema que "garantiza" la libre expresión y pensamiento porque eso ya debería ser así. ¿Quién es quién para venir a decirme "estás libre de pensar y decir lo que quieras"? Suficiente es la presión social como para encima tener que soportar que un sistema me avale políticamente -aunque económicamente se cague en mí.
Argentina está virando lentamente al derechismo otra vez (Vaca Muerta/Chevrón; el préstamo por 3 mil 300 millones de dólares al Banco Mundial) y el descontento general, sumado al inflador de miedos que son los medios, le está abriendo una puerta enorme al liberalismo para el futuro -vade retro Macri 2015.
Yo soy alguien que está estudiando periodismo y próximamente estudiará música. Teniendo en cuenta que los diarios han endurecido sus líneas editoriales, se lee más en digital que en papel -se los dice un canillita- y las editoriales esclavizan a sus escritores; mientras que la gente descarga más música en vez de comprarla, la competencia es feroz, los espectáculos son cada vez más reducidos por un tema costos/entradas, la verdad es que temo por mi futuro.

Temo, porque no sé realmente qué va a pasar, a dónde vamos a ir o qué nos va a guiar en un mundo donde el progreso va más rápido que el humano. Porque, si en nuestro suelo vuelven a remar políticas de las que aún sufrimos consecuencias -sí, los '90-, dicho re-proceso sería volver a irse al tacho antes de tiempo.
¿A dónde nos vamos a escapar cuando no tengamos lugar a donde ir? Por lo pronto, yo sé que la Revolución no puedo hacerla yo solo y tratar de empujar al mundo a cambiar cuando no puedo cambiar ni a mi propia familia es algo iluso. La paja, la inercia, la indiferencia, el miedo, la ignorancia y el prejuicio han hecho estragos en la sociedad. Las consecuencias de las buenas políticas tardan años en aparecer; la de las malas, es casi instantáneo. Por eso, al menos por ahora lo mejor será dedicarse a la introspección y tratar de curar y mejorarse como persona. Sin embargo, me queda aun la duda en el tintero de por qué no habrá realmente ganas de zafarse de una realidad que a sobradas pruebas no le hace bien a la mayoría. ¿Por qué será que la gente tiene miedo a la Revolución?

sábado, 30 de noviembre de 2013

Disco, baby, disco

Esto sucedió hace ya unas semanas, pero hay ciertos temas que no pierden vigencia. Hace no tanto pasó la famosa "Noche de las disquerías", un lugar y espacio pensados para la 'difusión de artistas' y músicos donde los locales de música ofrecen "descuentos" para que la gente pueda adquirir placas a un costo menor. Teniendo en cuenta mi punto de vista como periodista, como oyente y como -espero- potencial músico, quisiera expresar un par de cosas al respecto.

El disco es algo único. Eso está fuera de discusión. Y lo dice alguien que pocas veces tuvo un vinilo en manos. 
Sucede que la placa como tal no es solamente un mejunje de canciones, sino que es mucho más: desde la forma de la tapa, el dibujito, el volumen, el librito de adentro, las letras, los créditos, los músicos, los textos, lo que está impreso sobre el disco, las canciones, el lomo y hasta la contratapa. El disco es una idea, un concepto, un espíritu. Un alma que fue parida con todo el amor del mundo para que ese catéter de energía se traspase de un humano a otro. No es simplemente un plastiquito que gira adentro del equipo reproductor. Eso parece ser lo que no se entiende. 

Lamentablemente para las personas, la mayoría de las veces nos quedamos con lo que vemos por afuera, externamente. Y no, lamentablemente un disco es algo mucho más profundo. Como un libro, no es la historia en sí lo que vale -o sí, pero además-, es lo que nos deja, aquello que nos enseña, que nos trasmite. El capitalismo aplastante ha logrado que obras de arte tan magnánimas estén a precios estrafalarios y que por ende a la gente promedio se le complique comprar. Contra este límite, descargarse música fue LA solución en su momento. Ahora bien, el alejamiento cada vez más progresivo del disco como material de contacto está haciendo que ese amor por la placa se vaya perdiendo. Antes, un disco también estaba caro -acá-, con lo que si uno se lo compraba, ese iba pasando de mano en mano -había un toque mucho más orgánico en esa relación. 

Hoy día, esa pérdida de contacto, más los precios y la poca variedad -mejor no hablemos de calidad- hizo desvanecer las ganas de querer comprar discos. Sin embargo, en La Noche... me tocó ver stands hasta las bolas de gente, dispuesta a comprar. Yo me pregunto, ¿por qué eso no sucederá más seguido? Porque, no nos engañemos, los descuentos eran mínimos, pero aun así veía canastas llenas. Está bien que una buena parte de la masa la careteaba -este mundo es repetitivo, cruel y triste- pero ya que se "disfruta" tanto, ¿por qué no hacerlo más seguido? Comprar un disco es un hermoso ritual, que va desde el hojearlo hasta la escucha final.
Por eso, volvamos a los discos. No en pos de las empresas discográficas -cuyo monopolio se ve amenazado por las empresas de comunicación- sino por nosotros, por darnos un gusto auditivo, de disfrutar de esa magia infinita que nos da la música, adentro de su adecuada cajita, y llenar el vació de pleno vuelo artístico y espiritual.



jueves, 17 de octubre de 2013

Análisis de Discos VI: Artaud

Hacer esto es cualquier cosa menos algo sencillo. Principalmente porque en el afán o las ganas de querer analizar correctamente semejante obra pueden pasar dos cosas: o bien que la libre interpretación termine por tomarme y todo quede en un desvarío que nada tenga que ver con ella; o bien que dicha obra me termine comiendo. Pero en tanto buen tino y fuentes eficientemente implementadas, aspiro a un trabajo bien hecho, que despierte ideas y comentarios en quienes lo absorban. Por cierto, este no pretende ser, en absoluto, el análisis definitivo del disco, porque de lo contrario implicaría no haber entendido nada de la magnánima obra que voy a presentar: Artaud.
El disco editado en 1973 y compuesto enteramente por Luis Alberto Spinetta con el tiempo fue transformándose en un objeto de culto pero no en un sentido oculto hacia una determinada cantidad de gente, sino en aquel  de algo que dispone de una calidad altísima y a la vez es de fácil acceso. Sería una obra bisagra para su autor, que se ganaría el respeto definitivo dentro de toda la comunidad musical por si alguna quedaba al respecto.
Podemos tomar a Artaud en términos generales como una obra ‘dual’. Se construye y se destruye, arma pero rompe, y afirma cuando niega. Todo funciona conceptualmente a partir del grito final: Artaud es, de punta a punta, un grito de libertad. Anti represivo, anti fascista, contra todos los males de este mundo. El por qué (que no es ninguna obviedad), el cómo y el a qué, es lo que veremos a continuación.

Como de costumbre, comencemos por contextualizar de qué venía el mundo en 1973. Es curioso, aunque también lógico, contemplar cómo surgían distintas respuestas a lo que acontece en el planeta, que entre más violento se ponía, con más contestaciones acababa. En el plano internacional, se había producido el ‘Bloody Sunday’ [Domingo Sangriento] en Irlanda (con 13 muertos) y la Masacre de Munich en la XX edición de los Juegos Olímpicos. Del otro lado del océano, la Universidad del Salvador era intervenida y Ecuador se veía sometida a una dictadura militar –que se encadenaría más tarde con una más feroz, la de Chile. Más acá, el retiro de la “Revolución Argentina” (que nada tuvo ni de Revolución, ni de Argentina) había dejado, entre otras cosas, la Masacre de Trelew como saldo a cuestas. La lucha armada en Ezeiza por el regreso de Perón entre las dos facciones del peronismo tira abajo la primavera camporista, y eso sin contar la lucha guerrillera que ya venían ejerciendo el ERP y Montoneros contra los militares de aquel momento.
Yendo a una índole más musical, el Rock se cansaría de sacar discos buenos: Quadrophenia, de los Who; Selling England by a pound [Vendiendo Inglaterra por una libra] de Génesis; Goat Head Soup [Sopa de cabeza de cabra], de los Rolling Stones; Houses of the Holy [Casas de los Santos], de Led Zeppelin; y el insuperable Dark Side of the Moon [El Lado oscuro de la Luna], de Pink Floyd, entre otros. En estas tierras, mientras tanto, amanecían los primeros LPs –homónimos- de León Gieco y Tanguito; Litto Nebbia volvía a demostrar quién era el jefe con Muerte en la Catedral; Color Humano la descocía con sus volúmenes II y III; Sui Géneris confirmaba su liderazgo con Confesiones de Invierno y Pappo le haría un monumento a la guitarra con Pappo’s Blues Vol. III.

Nuestro Rock Nacional, aunque se piense lo contrario, no era el fenómeno masivo que es hoy en día. Cuesta imaginarlo, pero muchas cosas no han sabido ser valoradas en su tiempo y forma. Y tal cosa pasó con Artaud, incluso antes de su existencia. La vida de Pescado Rabioso estaba arañando su fin a pesar de haber sacado dos discos demoledores en 1972. Desatormentándonos y Pescado 2 habían marcado una clara evolución y distancia compositiva en lo que se refiere específicamente a Spinetta, si bien había tenido serias colaboraciones por parte de Cutaia, Lebón, Frascino y Amaya. En el primer vinilo había un sonido más progresivo, desarrollado, con muchos más teclados encima. En el segundo, el sonido se “almendrizó”, como luego declararía el Flaco. Ahora bien, L.A.S. estaba empezando a pensar en una música más armada y arreglada –lo que más tarde sería el bebé de Invisible. Pero no hubo espacio para ello en Pescado: llegó la separación después de una función en un teatro, producto de los desgastes, recitales constantes, falta de ganas de ensayar y la nueva música que proponía Luis que no llegaba a encajar. En palabras del propio Amaya: “Él empezó a perfilarse para otro lugar, una mano más arreglada tipo lo que después fue Invisible. A lo último escribía un tema y yo no lo entendía; estaba leyendo mucho a Artaud, Rimbaud. Primero se fue Cutaia, después David y después yo. El Flaco se quedó solo, sentado en una butaca de la sala Planeta, se sintió abandonado porque quería seguir tocando con Pescado, y me dijo que no iba a tocar nunca más conmigo. Como se quedó solo […] grabó Artaud con los temas que tenía para Pescado Rabioso; cuando escuché Artaud me quería matar”.
A partir de acá, tenemos en mano lo que pareciera ser un disco con muchas expectativas. Pero sería un error, por lo menos periodístico, hablar de Artaud sin decir… quién fue. Antonin Artaud (1896 – 1948) fue un poeta, ensayista, actor y dramaturgo francés que exploró diferentes géneros literarios y ahondó profundamente en el teatro; de hecho, se lo conoce como el creador del teatro de la crueldad. A raíz de un temprano ataque de meningitis, tendría a lo largo de su vida un temperamento nervioso, dolores físicos constantes y un nivel de paranoia severo. Esto derivó en que el hombre pasara buena parte de su vida dentro de sanatorios mentales, siendo el más famoso el período entre 1937 y 1946 que vive en El Havre, Villefuij y Rodez.
Enmarcado en el surrealismo –y esto no es un dato menor –, editó un buen número de obras; entre ellas, dos de las cuales influyeron en lo que más tarde se concretaría en la placa: “Heliogábalo o El Anarquista Coronado” (1934) y “Van Gogh, el suicidado por la sociedad” (1947), siendo el último el cual llevó a nuestro cantautor a leer las “Cartas a Theo”, del propio Vincent Van Gogh. Si por ahí tuviéramos que trazar un cierto paralelismo entre Artaud y el propio Van Gogh, podríamos decir que ambos terminaron atosigados con la locura a cuestas, desgarrados, desesperados y sustraídos de toda salida. Ambos tienen un final infeliz para sus vidas, y eso se distingue en sus obras finales, no por casualidad las mencionadas anteriormente.
A continuación, trataré de explicar en breves –tal vez muy breves – palabras, de lo que trata cada uno de los tres textos mencionados para dar una idea acerca de qué estamos hablando.

·         Heliogábalo o El Anarquista Coronado: Revisando e historiografiando la vida de Sixtus Varius Avitus Bassiansus, también llamado El-Gabal o Heliogábalo, como lo conocemos todos, Artaud saca a relucir cuestiones como la disyuntiva e importancia entre de los géneros masculino y femenino, el sexo, los dioses, todo desde una violencia verbal –antigua, no contemporánea – y espiritual profunda hasta un final donde tiran a Heliogábalo a las letrinas de la ciudad, sangrando.  Revela también, de una interesante forma, la relación entre lo que es el tirano y la anarquía, pero no anarquía como se la entiende en el inconsciente colectivo, sino en el sentido de la unidad de las cosas. Cito textual: “Ese monoteísmo […] esa unidad de todo que entorpece el capricho y la multiplicidad de las cosas, [es] lo que yo llamo anarquía. Poseer el sentido de la unidad profunda de las cosas es poseer el sentido de la anarquía […] para reducir las cosas llevándolas a la unidad. Quien posee el sentido de la unidad posee el sentido de la multiplicidad de las cosas”.

·         Van Gogh, el suicidado por la sociedad: Aquí Artaud no sólo ensalza y enaltece a Van Gogh a partir de su visión del mundo mediante sus cuadros, sino que destroza a todos los psicólogos y psiquiatras –que él también tan bien conocía – que intentan rebajar a Vincent y “curarlo” para transformarlo en alguien ‘normal’, cuando en realidad no habían podido ver el genio que había tras él. Desde el título (¿un guiño a Durkheim?) apunta a que es la propia sociedad la que termina empujando al pintor al suicidio, por incomprensión, por subestimación, por negación: no hay un culpable puntual, pero la víctima sí lo es, y en este caso, un genio es el que sucumbe.

·         Cartas a Théo: Un libro que no nació como tal, sino que es una recopilación de las cartas que le fue mandando Vincent a su hermano Theo a lo largo de casi 20 años, entre las cuales el pintor va moviéndose por Londres, París, Holanda; pintando y ejerciendo actividades bajo religión. A pesar de la notable decadencia que testimonia el propio Van Gogh, es también notable ver ciertos comentarios sobre la vida y el profundo sentimiento humano que él mismo le imprime –sacando el genio aparte.

Pero no nos engañemos: si bien Spinetta se vio shockeado por estas obras, no se basó en ellas a la hora de construir su hijo musical, sino que fue una contestación a dicha desesperación humana, tan viva, tan carnal. En palabras del propio Flaco: “…en ningún momento tomé sus obras como punto de partida. El disco fue una respuesta –insignificante tal vez – al sufrimiento que te acarrea leer sus obras. La idea del álbum era exponer la posibilidad de un antídoto contra lo que opinó Artaud […] Para él la respuesta del hombre es la locura; para Lennon es el amor. […] Pero hay algo claro: no podemos jugar a ser Artaud”.
Está más claro que el aire. Aunque lo más emocionante sin lugar a dudas es cómo alguien puede salir vivo de todas esas sensaciones oscuras y proyectar un sentimiento tan sublime hasta el elixir de la sutileza. Eso forma parte de una profunda creencia a lo que a veces pocos se atreven. Para dejarlo más en firme aún: “…en ‘Artaud’ conseguí la primera liberación de cosas. Me di cuenta de que tuve mi propio Rodez, así como lo tuvo él, lo tuve a mi medida. En ese álbum, cuando empecé a manejar ese material, empecé a creer en la posibilidad de un antídoto, en el cual creo perfectamente. El antídoto al sufrimiento, el antídoto al art nouveau, al art decó, a la moda, a la paja, a las drogas, el antídoto a la promiscuidad sin sentido.


Para cerrar esta parte, quisiera dejar el manifiesto que Luis escribió presentó el disco en vivo, como respuesta también a lo sufrido en aquellos –y estos – días. Se llama “Rock, música dura: la suicidada por la sociedad

Ocupémonos de una buena vez del disco. La primera pregunta que surge es… ¿de quién es? Porque, si bien venimos hablando de que toda la composición, inspiración e ideas las transpiró Spinetta, lo cierto que es que la firma del disco la lleva Pescado Rabioso. Bueno, eso se explica de la siguiente manera: el grupo de Rock tenía contrato por 3 discos pero los sorprendió la disolución antes de que el tercero viera la luz. Aunque finalmente pasó. La discográfica fue a pedirle a Luis –a quién sino– que faltaba un disco por contrato, por lo que debió poner manos a la obra. De ahí salta el testimonio de adentro que dice: Pescado Rabioso es una idea musical creada en 1971 por Luis Alberto Spinetta. A través de esta idea, tocaron en grabaciones y actuaciones los siguientes: Juan Carlos Amaya – Osvaldo Frascino – Carlos Miguel Cutaia y Oscar Lebón. Los músicos que aparecen en este disco sólo están ligados a la idea de Pescado Rabioso por las circunstancias de la grabación y a expreso pedido de Luis Alberto Spinetta.
Qué magia tendrá Artaud que logró sobrepasar la categoría de disco default para las compañías a ser una obra cumbre del Rock; punto en el que otros (desde Charly hasta Pappo) han fallado –Spinetta ya había tenido una experiencia similar en discos reclamados de donde surgió Spinettalandia y sus amigos.
Lo segundo que nos surge preguntar al ver el disco original es… qué carajo es eso. Porque la forma de Artaud no tiene nada que ver con nada. Artaud no tiene forma de nada. Ha habido quienes han tratado de ver en él un pescado (por Pescado Rabioso) o una estrella. Pero no –Artaud tiene forma de… Artaud. Es más, me gustaría proponer la palabra como expresión para designar cosas que no tienen forma definida, decirles “tiene forma de Artaud”. Pero no nos desviemos. Quien ayudó a construir esta tapa fue Juan Oreste Gatti, diseñador  y director de arte de Pedro Almodóvar. Ambos coincidían en que querían hacer algo que rompiera con lo establecido, y si pruebas faltaban, sacaron esta flor de tapa que hoy es imposible que no tenga las puntas ajadas. Lamentablemente estos días tenemos que encontrarnos con una versión en CD que lleva la cuadradez y chatura más perfecta posible, cuando en otros tiempos le decían a Spinetta “Luis, te lo saco de oro si querés, pero sacale la forma…”. “Ahora ni en pedo…” contestaba el Flaco. Desde este humilde espacio reclamamos la vuelta del disco en su forma original.
La portada, por otro lado, estaba pintada de verde y una ligera mancha amarillo. El por qué lo descubriríamos más tarde en el librito con formato de prospecto médico –como un tipo de cura – donde aparecía el fragmento de una carta del poeta maldito dirigida a Jean Paulham en 1937 que dice: “¿Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos a la muerte, el verde para la resurrección y el amarillo para la descomposición, la decadencia?”. Entonces, ya desde la tapa estamos buscando una respuesta, planteando un combate a la muerte. ¿Por qué? Bueno, un poco por lo que se explicó antes: toda la violencia del ambiente, del propio Luis Alberto (“mi yo enfermo”) y la del escritor citado, que se cansa de sentirla en su propia piel y vomitarla en sus obras. Para el ubicado, esto ya comienza a ser una respuesta.
El título no nos deja lugar a dudas: “Este L.P. se denomina “Artaud” porque está dedicado a Antonin Artaud, poeta francés (1896 – 1948)”.  Ahora, lo más probable es que muchos se hayan preguntado –me incluyo – quién era Artaud y por qué respondía a eso. Una de esas preguntas ya la contestamos, la otra se aclarará a medida que se escuche. La foto, en tanto, nos muestra a un viejo decrépito, y la contratapa a una persona más joven –en ambas es el francés en épocas bien distintas. La pregunta de por qué decidió invertir, si se quiere, el orden cronológico de las fotos, se aclararía después.
Los músicos benditos que acompañaron al Flaco en los temas que no tocó solo fueron Emilio del Guercio en bajo y coros; Rodolfo García en batería, cencerro y coros (ambos ex Almendra y Aquelarres en aquel entonces); y Gustavo Spinetta, su hermano menor, en batería, teniendo menos de un año a bordo de ella. Y esto, querido lector, tampoco es casualidad. Por si no bastaban pruebas, esto lo confirma: Spinetta se encontraba otra vez rodeado de seres queridos como su madre, Gustavo (que había meningitis, como Artaud), su otrora mujer Patricia Salazar, todos viviendo en la casa de la calle Olleros. Sus compañeros almendrianos también tienen explicación: Luis quería revivir ese espíritu sustancial que había flotado en la banda en sus inicios. No por nada le encargó a Emilio que volviera a usar el bajo Repiso –mientras él grabó con una Fender Stratocaster- para las pocas sesiones en las que quedaron grabados los temas, dentro del estudio Phonalex. En una palabra: fue volver a sentir el disfrute de tocar con amigos. Decía Del Guercio: “El criterio fue muy similar al que guió el primer disco de Almendra, en cuanto a la amplitud […] algo parecido al debut de Almendra que es el típico primer disco de un grupo que maneja muchas variantes y en ese impulso quiere mostrarlo todo. Venir de Pescado y hacer Artaud es un poco volver a aquel viejo concepto”.

Entrándole de lleno a las canciones, hay que tener en cuenta que Luis venía escuchando otras placas además de las anteriormente mencionadas, entre ellas John Lennon/Plastic Ono Band –ídem- y Harvest, de Neil Young. Con lo que no sorprende que  haya habido un mix de guitarras acústicas y eléctricas en el disco, sin contar que apenas cuatro temas fueron tocados con bajo y batería. Y como dice el “informe frío”, todas las letras y música pertenecen a L.A.S.
La mayoría de las canciones están en tonos menores y/o bemoles excepto dos (“Bajan” y “Cementerio Club”, si no me equivoco) con lo que de entrada se le quiere dar un aire más “triste” o melancólico si se quiere; pero que irremediablemente chocarán contra el contenido de las letras, y no por un optimismo enfermizo ni nada de eso, sino por un aire esperanzador que apunta tanto al oyente como al músico compositor como protagonistas finales.

Empieza con un clásico como “Todas las hojas son del viento”. Escrita para Cristina Bustamante (la ‘Muchacha ojos de papel’) a propósito del primer hijo que iba a tener, Spinetta juega el papel de ‘consejero’ o preventor para que quienes cometieron determinados errores en su generación no se los traspasen a los venideros, a los pequeños ‘futuros’. Menciona que no sólo lo resguarde de ciertas cosas, sino que le otorgue otras: sol, libertad, amor, cosas esenciales en la vida humana –otra forma de contestación para Antonin. Un estribillo conmovedor a partir de verla a ella como “una hoja en el viento”. El viento podría ser la memoria, por ejemplo, que nos mantiene vivos aún después de la muerte, y la luz del sol, la conciencia, que supera y nos ocupa a cada uno de nosotros. Hace poco me acercaron otra interpretación que piensa a las hojas como nosotros personas y el viento como una metáfora del tiempo que nos mueve, o nos contiene; cerrando con las ideas en el papel de la luz del sol, porque las mismas no mueren, se mantienen, aunque se reinterpreten. Y una frase de cierre: “Cuídalo de drogas”, en lo que Spinetta aclaraba: “[…] en realidad estoy diciendo ‘Cuídalo de tu propia droga’”.

A continuación “Cementerio Club”, un blues bárbaro con un fuerte conclave irónico. “Pero una ironía contenida”, diría él; en consonancia con la historia que cuenta la relación entre el pibe y una chica más fría que una heladera. A qué punto será la cuestión que de sólo pensar en ella cae muerto, o peor, con ella no siente el calor del verano. No sorprende que ambientes o personas cínicas o frías como estas fueran moneda corriente en ese tiempo, y puede ser un llamado al mismo, pero también es notable cómo menciona que no lo alcanza –o duerme – aquello que tiene el pequeño dios del cuento gris del abismo –o sea, la conciencia, en su materia gris; sino que se ve más arrastrados por sus sentimientos. La primera vez que escuché el solo pensé y sentí que eran las notas exactas que un blues debía necesitar; y es el mismo que Gustavo Cerati se encargó de citar (“ese punteo es glorioso”) mientras hacía “Té para tres” en el MTV Unplugged de Soda StereoComfort y música para volar.

Sigue la singular “Por”, un dominó de palabras ubicadas en un caprichoso azar, en una lógica un tanto surrealista, que se emplazan en la bella melodía. Creo que este es el caso más fehaciente de la definición de Luis Alberto que decía que “cada melodía sugiere una letra y cada letra una melodía”. Porque la música ya estaba y lo que hicieron entre Luis y Patricia fue ponerle palabras cuya métrica calzara en ella; de ahí que entren expresiones tales como ‘gesticulador’, ‘estalactita’ o ‘mirador’, palabras muy difíciles de meter en un poema. Pero es interesante pensar que cada uno puede inculcarle la lógica o interpretación que más le convenza, o unirlos mediante una relación que crea tener. La canción más corta del álbum es también el misterio más grande que cada oyente puede resolver por su cuenta.

El cuarto track le corresponde a “Superchería”, quizás la canción más ignorada del disco, aunque sea una perla en música y lírica. Va cambiando de escalas y de tiempos: arranca en un ¾ sumando tensión desde el estribillo que sigue la lógico ‘pregunta-respuesta’, o en todo caso una doble respuesta. Pasa a un 2/4 cambiando los bemoles por sostenidos y termina con un 4/4 clavado para liberar tensión al final. La letra es una de las más concretas, no da vueltas: va trazando toda una línea a través de las alquimias que reprimen al amor y que por ende pueden ser común a todos los humanos. ‘Siempre temblar, nunca crecer’; ‘Siempre llorar, nunca reír’ son todas premisas que desatan la conclusión final ‘Eso es lo que mata tu amor’. Lo importante de todo es la atemporalidad que contiene y cómo funciona respuesta hacia Artaud poeta: al ser infinitos los problemas manifestados, es coherente que las respuestas así lo sean; y viniendo de parte del Flaco, un tipo que amo toda su vida de forma tan profunda, tan viva, yo me ocuparía de escucharlo. Y un cierre maravilloso: cuando se tiene a un/a amigo/a al lado y de verdad siente que no se está solo/a, que puede servir para curarse a uno mismo; pero que si eso no va a pasar, al menos nos demos un porqué para poder encararlo.

Cierra la cara A “La sed verdadera”, una canción que, junto con la anterior, son las que más apuntan al “tú” (o ‘apóstrofe lírico’) desde la dialéctica. Es también la eterna lucha lucha-lazo que se establece entre público y artista, aquellos que afirman ciegamente y aquellos que escuchan de verdad. Ya planteamos que este disco sirve de respuesta, pero también puede servir para elaborar propuestas, desde esta canción por ejemplo. El propio Spinetta toma distancia por un momento de lo que es el papel de “guía” –que nunca se creyó- no en un sentido de desligarse de la responsabilidad, sino que incita a la búsqueda personal para comprender y solucionar. La respuesta no sólo está en el viento, sino en uno mismo. Eso también es la verdadera sed, nada de utilerías baratas o consumismo etéreo; es una respuesta, un remedio; es libertad, la libertad de pensar, de imaginar, como promulgaban los surrealistas. Un pequeño susurro de despedida final para un cantor que parece perderse en el barullo de la calle, como para que no lo sigan, o para mezclarse entre todos, como si fuera uno más. Las luces de lo lejos, no se apagarán jamás.

Nace la cara B y se despliega frente a nosotros lo que es el punto cúlmine de esta obra, la que logra que sea tan magistral entre sus pares. Se abre frente a nosotros Cantata de Puentes Amarillos. La canción cumbre de esta placa es el perfecto resumen de todo el disco: los sentimientos de Spinetta, las contestaciones de Artaud, los libros que influenciaron, el público… todo en un tema que, a pesar de sus 9 minutos y medio, se ha convertido en un clásico –por lo menos entre los que escuchan Spinetta. Ahí está el Flaco, dándole solo a su guitarra acústica, acompañado únicamente por su voz. He aquí que no sólo podemos ver la talla del artista, sino la del músico: pensando que Luis Alberto no sabía leer ni “escribir” música, es magistral la sucesión de acordes que presenta el tema, que salta el “escollo” de ser tan largo –y en el prejuicio, aburrido -, y lo convierte en algo llevadero y fluido, además de musicalmente hermoso.
                He aquí un rasgo de Spinetta del que no habíamos hablado antes: el Spinetta guitarrista. Veníamos viendo que el autor –valga la redundancia- había compuesto todas las melodías, pero no nos habíamos detenido en el detalle de que el citado no había estudiado música en el sentido más formal, por lo que la creación musical iba por donde su oído y experiencia musical le indicaban. Es por eso que podemos contemplar a Spinetta como un “diseñador de acordes”: no porque dichos acordes no existieran, sino porque él los iba descubriendo, ‘inventando’, digamos. De allí que podemos contemplar lo inspirador de sus guitarras, algo más seguido por lo pasional y emotivo antes que por lo técnico.
                De todo eso hay en Cantata. Una brillante secuencia de mini-motivos transfigurados entre sí, acompañada de una letra profunda. La imagen general está sacada de una de las cartas que Van Gogh le envía a Théo a propósito de unos trabajos y una posible muestra en la que le toque exhibir. Cito textual: “He encontrado una cosa curiosa, como no lo haría todos los días. Es un puente levadizo con un cochecito amarillo y un grupo de lavanderas”, dice el gran Vincent en una carta escrita entre el 10 de Marzo y el 20 de Abril de 1888. Y no sólo eso, sino que hay referencias tanto a los cipreses (“los cipreses me preocupan siempre; quisiera hacer con ellos una cosa como telas de los girasoles”) como a los pájaros que mueren en sus jaulas en un fragmento genial que se manda el pintor: “Un pájaro enjaulado en primavera sabe poderosamente bien que hay algo para lo cual serviría, siente poderosamente bien que hay algo que hacer, pero no puede hacerlo. ¿Qué será? No lo recuerda bien, luego, tiene ideas vagas y dice: “Los demás hacen sus nidos y tienen sus pequeños y los cuidan”; y luego se golpea el cráneo contra los barrotes de la jaula. Y la jaula queda ahí y el pájaro está loco de dolor… “Ese es un holgazán”, dice otro pájaro que pasa, “ése es una especie de rentista”. Empero el prisionero vive y no muere, nada aparece por fuera de lo que le pasa por dentro; está bien de salud, está más o menos alegre bajo los rayos del sol. Pero viene la estación de las migraciones. Ataque de melancolía “Sin embargo –dicen los niños que lo cuidan en su jaula- tiene todo lo que necesita “. Pero él sigue mirando, afuera, el cielo hinchado, cargado de tormenta, y siente dentro de sí, rebelión contra la fatalidad. “Estoy enjaulado. Estoy enjaulado. Y, por lo tanto, no me falta nada. Imbéciles. ¡Ah, por piedad, la libertad! ¡Ser un pájaro como los demás pájaros!”.
                Así es como, luego de un leve y ligero grito que refucila de optimismo, el Flaco nos introduce en esta hermosa canción que arranca con un “Todo camino puede andar”, algo así como una conclusión y al mismo tiempo premisa, mostrando lo que es la pluralidad de caminos que se puede tomar, y no una verdad absoluta. Seguimos con la posible descripción de lo que pudo estar inspirado en el contexto político-social: “con esta sangre alrededor/no sé qué pueda yo mirar/la sangre ríe, idiota/ como esta canción/ ¿y ante quién?/ ensucien sus manos como siempre/relojes e pudren en sus mentes/ya”, denunciando así a los viejos podridos de mente, precursores de lo conservador y obvio.
                Ahora, una frase significativa: “Y en el mar/naufragó/una balsa/que nunca zarpó”. En el Diccionario del Rock Nacional, cualquier comentario que diga ‘balsa’ remite directamente a la primer canción/éxito de nuestro rock. Pero decir nunca zarpó revela una verdad pocas veces enfrentada: todo aquello que quería esa primera camada no llegó a ningún lado, o peor, ni siquiera llegó a salir. Tal vez un poco por inercia o esterilidad de sus creadores, pero seguramente también por el público que no pudo/quiso acompañar (como en ‘La sed verdadera’). ¿The dream is over? Parece que sí. Un poco a la manera de ‘Wooden ships’, de Crosby, Still & Nash (1969) y la propia respuesta del propio Neil Young en ‘Hippie dream’, la canción se encarga de hacer ver el panorama general, aunque a su vez focaliza en algunos temas.
                “En un momento vas a ver/ que ya es la hora de volver/ pero trayendo a casa/ todo aquel fulgor/ ¿y para qué?/ Las almas repudian todo encierro,/ las cruces dejaron de llover” nos dice, yendo del particular al general. Sobresale aquí una frase como “Las almas repudian todo encierro,/ las cruces dejaron de llover”, que remite en parte a la necesidad natural de libertad que los seres necesitamos, expresada en el extracto del pájaro de Van Gogh. Ahora bien, si las cruces –la muerte- dejaron de llover, ¿de qué veníamos hablando? Porque prosigue: “Sube al taxi, nena,/ los hombres te miran,/ te quieren tomar”. En Argentina no tiene que ser 24 de Marzo para hablar de violencia y represión, y el Flaco lo vuelve a dejar en claro en esta advertencia, no sea cosa que a uno lo lleven al espectro de muerte: “Las flores se caen/ tenés que parar”, “Ví la sortija muriendo en el carrousel”. Es curioso que encuentre una salida en el surrealismo de ‘monos, nidos, platos de café’, a mi juicio un grito de expresiones al aire y azar –como en ‘Por’ – dejando que las ideas fluyan libremente.
                ‘Guarden bien tus manos/ esta libertad’, es otra de las oraciones emblemáticas de la canción, tirando la posta sobre qué es lo importante; y funciona como perfecto preludio para la inoxidable frase “Aunque me fuercen/ yo nunca voy a decir/ que todo tiempo/ por pasado fue mejor/ ¡mañana es mejor!”, costentándole a símbolos como el ‘Ayer nomás’, de Moris, hasta el ‘Yesterday’ de Los Beatles –Paul, esta vez te embromaron.
                De repente, la canción entra en una locura donde Spinetta invoca el tópico literario ubi sunt (o ‘dónde están’, ‘a dónde se fueron’) cuando nombra al camino azul, a los cipreses, muñecas ensangrentadas –y dale con la sangre -, todas juntas en un mejunje difícil de explicar. Lo onírico vuelve a tomar el papel de timón de guía.
                Como respuesta lírica y musical –atenti a la tensión de la guitarra – Luis sale hablando otra vez de la cura, hasta el colmo: ‘Yo te amo tanto/ que no puedo despertarme/ sin amar’. Repite, no en vano, la consigna para volver a la vocalización con la que había entrado a esa sección. Mas no se despega del tema: apostando al doble con la letra, donde se cruzan el tú, las advertencias, los puentes amarillos, el pájaro, la libertad, todo en un torbellino de locura. Ya con la guitarra eléctrica a cuestas, encuentra la salida en él mismo: ‘Hoy/ te amo ya/ y ya es mañana’. Entonces, si hoy la ama, pero hoy ya es mañana, y mañana es mejor, significa que su amor es mejor a cada día, a cada segundo, a cada instante que pasa.
                Como dije, es la síntesis perfecta de todo lo que dijo antes, como una novela cuyo final concluye de la mejor manera. Será que las obras maestras no merecen otro fin que ese. Y este caso no es la excepción.
               
  Pasando el hijo pródigo de este disco que es Cantata, sigamos con lo que queda del segundo costado. Se nos aparece otro clásico, bien eléctrico y potente que es Bajan. Da la sensación que el mensaje sigue siendo el mismo pero desde otro punto de vista: aparece por primera vez, y de una forma más concisa, la cuestión del tiempo, desde el paso del mismo hasta sus expresiones en el sol y la luna, complementadas con un riff destellante en el que agarra un acorde de Mi y lo hace volar. Es, singularmente, el tema más optimista, o el menos pesimista, si no. Porque arranca por darse un respiro: “Tengo tiempo para saber/ si lo que sueño concluye en algo”, sin dejar de lado los sueños presentes y venideros. Y aconseja: “No te apures ya más, loco/ porque es entonces cuando las horas bajan”, ya que el no hacer las cosas pensadas o con tiempo pueden llevar a la consumición, el día se ve transformado en vidrio sin sol –y el día, sin el sol, no es nada. Así también, la noche le juega en contra, con lo que cuidado con lo que hace uno y con lo que es uno, porque se las circunstancias se le pueden poner adversas.
Caso radicalmente contrario es el que sigue en la otra parte, donde reaparece el ser amado (‘la nena’) y a partir del amor demuestra cómo las cosas pueden cambiar: “…qué bien te ves/ cuando en tus ojos no importa/ si las horas bajan”. Ya las horas no importa que bajen, el día se empieza a morir, la noche se nubla, pero la nena sigue ahí. Todo pierde sentido, a tal punto que la persona se termina traspolando en esos elementos que antes parecían condenarlos: “Y además, vos sos el sol/ despacio, también, podés ser la luna”. No sólo no le hacen mal, sino que ser la luna en la noche es una forma muy hermosa de ser especial.
               
  En la antesala de la despedida, aparece el tema que a mi juicio es la joya perdida del álbum: A Starosta, el idiota. Un tema que es un pozo de depresión y melancolía, acompañado por un piano terriblemente tétrico que no sabemos quién lo toca –asumimos que el Flaco – para musicalizar ‘la fiebre’ a la que hace referencia. ¿Por qué Starosta? “Para mí, es el nombre de un idiota”, dijo él. Pero ojo, no nos dejemos engañar, porque “Starosta no es nadie, y a la vez somos todos”, seguramente por ese denominador de idiotez que todos tenemos y contra el cual debemos luchar.
A través de metáforas y personificaciones, va marcando el suceso de algo voraz, que se va a consumir, a morir, todo por no saber bien qué es lo que uno quiere, a dónde llegar, el llamado “despertar”. Fuera del piano, surge un pasaje extraño con guiños directos a Revolution 9, de Los Beatles –que, aunque no se crea, tiene una estructura – y en el medio, no por casualidad, suenan los ecos de She loves you (ídem). Mas lo interrumpe el sollozo desesperado de una mujer, justo antes de que vuelva la dulce voz de Spinetta a decir: “No llorés más, ya no tengas frío/No creas que ya no hay más tinieblas/Tan sólo debes comprenderla/ es como la luz en primavera”. O sea: no hay que ignorar que las tinieblas no nos van a abandonar (alguien diría más tarde: ‘La vida sin problemas es matar el tiempo a lo bobo’) pero el tema es no cesar en la lucha, quedándonos para despertar.

Para bajar el telón de esta genialidad, llega Las habladurías del mundo, dedicada a aquellos que hablaban al pedo sobre la vida del Flaco, puro chismerío barato. Y la contrapone a la idea del amor como real salida, que viene remando desde que empezó el disco. Al respecto hay frases muy claras: “Toda, toda la ternura me darás/ si te ofrezco ser parte de tu cuerpo”; “Y al acariciarme me darás/ los espejos que son tu día del alma” ó “Veo, veo las palabras nunca son lo mejor/ para estar desnudos” para desembocar en la conclusión “No estoy atado a ningún sueño ya/ las habladurías del mundo no pueden atraparnos”, llegando al punto de dejar toda fantasía o sueño –muerto en la balsa que nunca zarpó – en pos de seguir/salvar lo que está construyendo con otra persona. Al fin y al cabo, todo lo que nos rodea de superficialidades es innecesario a la hora de buscar la luz de la vida, y eso es lo más significativo que tiene este track.

Es así que nos despedimos de esta magnífica obra. Con una contratapa calcada a su frente y una foto de Artaud joven bajo los mismos colores, se cierra el álbum. Podemos pensar en una fantaseosa recuperación de Artaud si hubiera escuchado el antídoto que le construyó el Flaco, o en una forma de quedar/volver a ser joven after-listening.
Spinetta se encargó de presentar el disco en 3 recitales; 2 de ellos en el Teatro Astral los domingos a la mañana (¿se imaginan un recital los domingos a la mañana, hoy?) y uno en el Teatro Atenas de La Plata –cortesía de Miguel Grinberg. En el mismo se encargaba de repartir el manifiesto “Rock, música dura:…” mientras proyectaba cortos como Un perro andaluz [Un chien andalou], de Luis Buñuel y Salvador Dalí (1927) y musicalizaba con discos como Dark Side of the Moon, de Pink Floyd (1973) y War Heroes [Héroes de Guerra], de Jimi Hendrix (1972). Este ambiente con tintes surrealistas –y el posterior contenido- no era en vano, ya que los precursores de esta vanguardia sostenían que la imaginación era una salida factible a la realidad que se imponía porque en la primera se volvía al estado de libertad de la niñez y allí no había represión posible. Spinetta de hecho aclamó en los vivos: “No hay ningún tipo de represión entre mi público y yo”. En los recitales, definitivamente solistas –él y su guitarra acústica -, el Flaco presentó el álbum a venir, además de futuros temas inéditos como Ella flota por mí y Nena, tu cabeza va a estallar (más tarde llamada Verde Bosque en el álbum ‘Fuego gris’ [1993]). Dice una revista de la época que el Lp desató una ‘fiebre artaudiana’. Tal vez yo no pueda verlo, pero no creo que hoy los resultados estén a la vista.

Aun así, creo que nos quedaríamos muy en el molde si no cuestionáramos ‘Artaud’. Pero no cuestionar en el sentido imbécil de preguntar porque sí, sino en el hecho de poder hacer un análisis crítico a fin de abrir nuevas puertas. Acabamos viendo que L.A.S. le contestaba a Artaud (que a su vez le contesta a la realidad) y le propone un potencial remedio a esa locura y sufrimiento a través del amor. Ahora bien, ¿no será un poquitín necesaria esa locura para poder explorar esos horizontes donde el hombre que no se atreve no llega? ¿Acaso el exceso de una materia –en este caso el amor- no sería igual de perjudicial si se encuentra mal usada? ¿No estaría bueno lograr un medio, un mix entre ambas partes para lidiar con el día a día? A fin de cuentas, cualquier extremo es corrosivo, e inclinarse sólo por un punto de vista puede llevar de la misma forma a la debacle; y enfrentar este muro con una cucharada de locura puede ser una posible salida a aquello que parece tan chato y superficial. No sin antes tener una idea detrás, pero ello ya dependerá de cada uno. Nosotros, en tanto, le damos el beso de despedida definitivo a este álbum, que profunda marca nos ha dejado en el espíritu y en los corazones, para ganarse el eterno nombre de, quizás, el mejor disco del Rock Argentino.

domingo, 8 de septiembre de 2013

La Máquina de Hacer [Música]

Corría el año 1826 cuando a Joseph Nicéphore Niépce se le ocurrió hacer historia: inventó la cámara fotográfica. Revolucionario objeto que modificaría la vida de más de uno, la cámara de fotos fue evolucionando en calidad y diversidad de modelos hasta convertirse en el respetado elemento de trabajo con y del que vive mucha gente.
Ahora, esto no se consideraba así ni por casualidad en sus tiempos bebé. Y esto sucedía por 2 cosas: primero, porque con el tiempo la cámara se fue volviendo barata (épocas muy lejanas, evidentemente) y cualquiera podía sacar fotos -lo que más tarde se llamó la "democratización" del arte-; pero principalmente porque se creía que todo el trabajo lo hacía el aparato, y no la persona. Años más tarde, la fotografía es un arte más que respetado y del que muchos quieren hacer gala (basta entrar 5 minutos a Facebook).


Pero es otro lado al cual apunta este texto. Revisemos lo siguiente: hoy día, géneros como la música electrónica o lo que mezclan los DJ's son destrozados por aquellos músicos 'bien' o rockeros "puros" que no soportan lo que se viene o aquello distinto a lo suyo, descalificándolo al decir que ni siquiera es música. El argumento principal es que la máquina hace todo y el Dj sólo tiene que pinchar y tocar botones.
Muy recordado es el episodio protagonizado por Pappo y DJ Dero en Sábado Bus, en el que el Carpo acusaba a los Dj's de "tocar 3 botones y decir que hacen música".
Tal vez tenga un poco de razón y no tanto: no se le resta mérito, en absoluto, a aquellos que han sabido adiestrar un instrumento y desde allí hilvanar las más hermosas melodías -y menos Pappo. Sin embargo, el mezclar música o dominar una máquina siempre va a tener su "toque humano", se quiera o no (el día que las máquinas fabriquen solas su propia música realmente estaremos en el horno). Ya Pink Floyd respondía a las críticas cuando se les señalaba que sólo hacían música mediante artefactos, a lo que ellos contestaban: "Si tan fácil es, vení vos y hacé música". Será fácil (¿será fácil?) pero hay que saber hacerlo.


Por otro lado, el componer mediante aparatos o programas, los básicos al menos, los que se pueden sacar en la computadora, tiene un costo increíblemente menor. Imaginemos por un instante un/a sujeto que quiere desarrollar su arte, que tiene buen oído, y no se puede costear ni el instrumento ni clases particulares. Sin embargo, tiene acceso a aplicaciones que le permiten armar y programar loops y ritmos copados. ¿Se le/la puede juzgar por eso? ¿Se puede denigrar a esta persona por hacer este tipo de música? Evidentemente no. Y en un mundo con más de siete mil millones de habitantes, un caso como el que acabo de describir debe existir.

Por ende, lo que propongo es que a los géneros nuevos les demos el tiempo que les corresponde. No caigamos en el mismo error que los que denigraron a la fotografía como arte menor, o ni siquiera, sólo porque cualquiera podía hacerlo o porque supuestamente "todo lo hacía el aparato"; ni subestimemos los recursos que tiene porque ignoramos los resultados que podría tener a futuro.
Hoy por hoy, personas como David Guetta están sonando por todos lados -más allá del apoyo de la prensa- y ni hablar del último disco de Daft Punk. Por lo que, si llaman la atención, es para por lo menos tenerlos en cuenta. No sea cosa que cometamos el mismo error de generaciones que por ver una máquina en el medio no pudieron contemplar el alcance que dichos materiales dieron después. Como sucedió con el tango y el Rock, o como Virus dentro del Rock, no es criminal aquel que trata de hacer música y no tiene una guitarra colgándole en las manos.

domingo, 25 de agosto de 2013

Años IV

¡¡Feliz cumple, Blog!! Afortunadamente no tengo que sentirme ridículo por desearle un feliz cumpleaños a algo, ya que al fin y al cabo este sitio es -como dije y considero- mi parte más inteligente expresada. Con lo que es festejar un aniversario de una parte de mi.
Muy cierto es que hace ya rato (desde mediados del año pasado) que este sitio web ha dejado de tener una regularidad en cuanto a entradas, visitas y comentarios. No es porque no haya más temas de los que hablar, sino porque a mi se me van acabando los temas sobre los cuales escribir. De todas formas, considero que cantidad no hace necesariamente a calidad, con lo que pueden haber pocas entradas, pero no por eso baje la calidad -sea cual sea- del contenido. Sí han descendido bruscamente las visitas, pero esto de la inactividad en los blogs le viene pasando a más de uno y en forma simultánea, al menos de los que yo conozco. 
Aun así, no me desanimo de cara al futuro, y como dije en alguna Vanguardia, el único blog que muere es el que se cierra. Así que, hasta que no se de el último click adentro de este sitio, Say No More no sucumbirá. Vamos por muchos años más!

domingo, 18 de agosto de 2013

Nunca o una Eternidad

Dice el viejo que "nunca digas nunca". Porque uno nunca -cuak- sabe si lo que o a lo que se está negando en el futuro va a pasarle o no. Y no importa que tan seguro se esté en el momento, el futuro es impredecible y como tal jamás puede decirse qué vendrá mañana, aunque sea mejor. Lo ideal sería tomarse el tiempo justo y esperar, o salir a buscar, que las cosas pasen o no.
 Lo que me gustaría acotar es que, así como deberíamos "anular" esta palabra de nuestro vocabulario, también deberíamos dejar de decir 'siempre'. Básicamente porque emplear cualquiera de estas 2 palabras significa usar la otra pero por su contrario. Decir "nunca voy a hacer esto" es como decir "siempre voy a [evitar, por ejemplo] hacer esto" o lo mismo "siempre voy a pensar/hacer esto" es como "nunca voy a dejar de pensar/hacer esto". Para cualquier caso puede ser igual de perjudicial a la larga, para caso de arrepentimiento o de no querer quedar como un hipócrita. 
 Por supuesto que cualquiera se puede equivocar en presente o en futuro, pero en un mundo donde no existen las certezas (triste descubrimiento) dejar abierto un hueco a las incertidumbres del próximo sol, o no dar nada por totalmente hecho, puede dar aire a ciertas experiencias enriquecedoras. ¿Y así, por qué no arriesgarse a un cambio cuando no está nada dicho?

miércoles, 31 de julio de 2013

I don't know what is love

I don't know what is love
I don't know what is love
I don't know what is love
I don't know...


I don't know what is love
Never feel so alone
But I don't care at all
'Cos I don't know what is love


I don't know what is love
Don't regret what I've done
I just go on my own
'Cos I don't know what is love


I don't know what is love
I don't know what is love
I don't know what is love

I don't know...

I don't know what is love
It's just me and my soul
With my blanck and my holes
'Cos I don't know what is love


I don't know what is love
And I go round the world
Looking for someone old
Who can tell me the world


And can calm me down
And can join -please!- my mouth
To tell me all in all
What the fuckin' shit is love!


No me acuerdo exactamente cómo surgió la idea, sólo sé que estaba leyendo 'Rayuela', de Julio Cortázar; y escuchando 'Bring it on Home', de Led Zeppelin. Creo que después de eso, la letra no necesita ninguna otra explicación.

martes, 9 de julio de 2013

Rock II


ROCK: MÚSICA DURA. LA SUICIDADA POR LA SOCIEDAD.

Son tantos los matices que comprenden la actitud creativa de la música local – entendiendo que en esa actitud existe un compromiso con el momento cósmico humano– ,son tantos los pasos que sucesivamente deforman los proyectos, incluso los más elementales como ser mostrar una música, reunir mentes libres en un recital, producir en suma algún sonido entre la maraña complaciente y sobremuda que:

EL QUE RECIBE DEBE COMPRENDER DEFINITIVAMENTE QUE LOS PROYECTOS EN MATERIA DE ROCK ARGENTINO NACEN DE UN INSTINTO.

Por lo tanto: el Rock no le concierne a ciertas músicas que aparentemente INTUIDAS POR LAS NATURALEZAS DE QUIENES LAS EJECUTAN siguen guardando una actitud paternalista, tradicional en el sentido enfermo de la tradición, formulista, mitómana, y en la última floración de esta contaminación, sencillamente “facha”.

Sólo en la muerte muere el instinto.
Por lo tanto, si éste se mantiene invariable, adjunto a la condición humana a la que necesitamos modificar para reiluminarnos masivamente, quiere decir que tal instinto es la vida.

El Rock no es solamente una forma determinada de ritmo o melodía.
Es el impulso natural de dilucidar a través de una liberación total los conocimientos profundos a los cuales, dada la represión, el hombre cualquiera no tiene acceso.

El Rock muere sólo para aquellos que intentaron siempre reemplazar ese instinto por expresiones de lo superficial, por lo tanto lo que proviene de ellos sigue manteniendo represiones, con lo cual sólo estimulan “EL CAMBIO” exterior y contrarrevolucionario.
Y no hay cambio posible entre opciones que taponan la opción de la liberación interior.

El Rock no ha muerto.

En todo caso, cierta estereotipación en los gustos de los músicos debería liberarse y alcanzar otra luz. El instinto muere en la muerte, repito. El Rock es el instinto de vivir y en ese descaro y en ese compromiso. Si se habla de muerte se habla de muerte, si se habla de vivir, VIDA.

Más vale que los rockeros, cualesquiera sean sus tendencias (entre las cuales dentro de lo que se entiende por instinto de Rock no hay mayores contradicciones) jamás se topen con los personajes hijos de puta demonios colaterales del gran estupefaciente de la represión que pretende conducirnos por el camino de la profesionalidad.

Porque en esa profesionalidad se establece –y aquí entran a tallar todas las infinitas contusiones por las que se debe pasar hasta llegar a dar un juego que contradice a la liberación, que pudre el instinto, que modifica como un cáncer incontenible la piel original de la idea creada hasta hacerla, en algunos casos, pasar a través de un tamiz en el que la energía totalizadora de ese nuevo lenguaje abandona la sustancia integral que el músico dispuso por instinto en su momento de crear, y luego esa abortación está presente en los escenarios, en la afinación, hasta en la imagen exterior del mensaje cuando por fin se hace posible verlo.

Tengo conciencia de que el público ve esta debilidad y no se libera: sufre.
Luego esta ausencia de totalidad, esa parcialidad, es el negocio del Rock.
El negocio del cual viven muchos a costa de los músicos, poetas, autores, y hombres creativos en general.

O sea, esta difamación de proyectos sólo adquiere relieve en esa “ganancia” que representa haber ejecutado el negocio, y solamente en ese nivel hay una aparente eficacia.

Es la parcialidad de pretender que algo que es de todos termina en definidas cuentas en manos de aquellos bastardos de siempre.

Este mal, por último rebote, cae nuevamente en la nuca de los músicos, y los hace pelota.

Luego de participar del juego, son muy pocos los que aún permanecen con fuerzas para impedir la trampa al repetir una y otra vez el juego mediante el cual expresarse, o simplemente arriesgar en el precipicio de la deformación un mensaje que por instintivo es puro y debería llegar al que lo recibe tal cual nació.

Este juego pareciera ser el único posible (hay mentalidades que nos fuerzan a que sea así).

Lo importante es que hay otros caminos.

Luego de haber caído tantas veces antes de ejecutar esa caída final, parábola definitiva en la que se cierran los cerebros para no amar ni dar, hay muy pocos músicos que pueden seguir conservando ese instinto.
DENUNCIO SIN EL LíMITE DE LA DENUNCIA
A LO QUE NO RECIBE DENUNCIA
A LO QUE LA DENUNCIA TRASPASA
A ALGO PEOR QUE LA DENUNCIA.

Denuncio a los representantes y productores en general, y los merodeadores de éstos sin excepción, por indefinición ideológica y especulación comercial.

Ya que estos no se diferencian de los patrones de empresa que resultan explotadores de sus obreros.
O sea, por ser los engranajes de un pensamiento de liberación a quienes no les interesa que toda la pieza se mueva, dado que al producirse el más mínimo movimiento, serían los primeros en auto reprimirse y dejarían por tanto de participar en la cosa.

Denuncio a ciertas agrupaciones musicales que se alimentan con esas mentalidades no libres, a pesar de contar con el apoyo del público de mente libre.

Denuncio a otros grupos musicales por repetitivos y parasitarios, por atentar contra la música amplia y desprejuiciada, estableciendo mitos con imágenes calcadas de otras músicas que son tan importantes como las que ellos no se atreven a crear ni sentir.

Denuncio a los tildadores de lo extranjerizante, porque reprimen la información necesaria de músicas y actitudes creativas que se dan en otras partes del planeta, y porque consideran que los músicos argentinos no pueden identificarse con sentimientos hoy día universales.
Además es de prever que si estos señores desconocen que la Argentina provee a su música nuevos contenidos nativos, ellos mismos están minimizando la riqueza de una creación local apenas florecida.

Denuncio a otras mentalidades por elitistas y pronosticadoras del suceso de la muerte de algo que por instintivo no puede morir antes de la vida misma.
Denuncio a las editoriales “fachas” por distribuir información falsa en sí misma, y por deformar la información verdadera para hacerla coincidir con las otras mentalidades a las que denuncio.

Denuncio a los participantes de toda forma de represión por represores y a la represión en sí por atañer a la destrucción de la especie.
Denuncio finalmente a mi yo enfermo por impedir que mi centro de energía esencial domine este lenguaje al punto que provoque una total transformación en mí y en quien se acerque a esto.

El rock, música dura, cambia y se modifica, en un instinto de transformación.

"Rock y música dura: la suicidada por la sociedad", por Luis Alberto Spinetta. Septiembre 1973

jueves, 20 de junio de 2013

War is Over [?]

Con la colaboración de Ramiro Manini

En economía, hay un cuadro que representa el llamado "equilibrio de Nash". Este es usado para predecir si se quiere, el comportamiento de cada mercado frente a los otros dependiendo de cómo se mueva cada uno. Lo que básicamente muestra es que, por más que se pueda disponer de una ventaja conjunta entre 2 o más seres (mercados para el caso de la economía), se decide siempre por tener una ventaja "media" o no tener ninguna, por miedo o desconfianza a que el otro lo cague o saque más ventaja que uno -porque siempre está la posibilidad, es real.
  Ahora bien, toda esta introducción viene a cuento de algo que excede lo estrictamente económico. Intentemos llevar eso al plano de la guerra: pongamos por ejemplo E.E.U.U. y Corea del Norte respecto a la fabricación de armas nucleares.
  La ecuación es simple: si ninguno de los 2 decide desarrollar armamento nuclear, es altamente probable que cualquiera de los 2 (o ambos) lo empiece a desarrollar clandestinamente, ya sea por adelantarse y ganar poder repentino, o por miedo/sospecha a que el otro lo haga, y nos conviene para no perder ellos poder. Si efectivamente es abierto y ¿legal? que uno de los dos lo desarrolla, es seguro que el otro también comenzará a hacerlo por miedo a que el primero lo use a su favor. Por último, si ambos desarrollan armas nucleares... bueno, lo hacen, un punto menos para la humanidad. Sencillamente el primero que lo use desata una guerra nuclear.
  En síntesis, está demostrado (matemática y) económicamente que el desarme mundial es impracticable. Puse el ejemplo con dos países, pero se lo puede multiplicar por tantas naciones se quiera, pero los resultados siempre serán los mismos, no importa la cantidad de variantes.
  Sí, es horrible lo que acabo de decir. Desesperanza total. Pero ya que lo que se puede hacer desde un país pasivo es poco o nada (porque la guerra es un negocio terrible), lo único que se me ocurre es no alentar acciones de este calibre. Ya que no se puede tirar para atrás, al menos no empujemos en el sentido contrario a nuestras vidas.

viernes, 24 de mayo de 2013

¿De qué Diario sos? II

La posibilidad de estar trabajando en un "medio" -no uno gráfico, sino virtual, lo tienen a su izquierda- me ha dado la chance también de analizar las cosas 'desde el otro lado'. Es cierto que uno siendo lector le puede criticar muchas cosas al periodismo, y está bien. Ahora, sí hay cosas detestables de parte de los otros.
No entender lo que dice la nota, no pensar lo que y cómo se dice, no leer la nota entera, o peor, leer sólo el título generan los comentarios más idiotas. Porque se toma solo una parte y no se llega a entender del todo, lo que imposible, o falaz, retrucarlo. Me han acusado de facho, de ser funcional a la Cámpora, de falta de profesionalismo, de bajar línea de EMI Records (justo yo...). A ver muchachos, los títulos en cualquier diario los pone el editor, no el que escribe. Lo mismo al ver una foto, una nota no tiene que tratar necesariamente de la misma -nada obliga a hacerlo-, por lo general es el gancho para leerla.
Respecto a los contenidos, lamentablemente es importante saber de qué medio viene la noticia, porque la minimización, o directamente la supresión de contenidos siempre van a estar ligados a la idea de dicho medio. Hay que creer más que nunca -al menos por ahora- que el medio es el mensaje. Ojo, no significa que no haya una nota que a toda costa trate de decir la verdad más allá de la línea editorial del diario, pero lamentablemente son contadas con los dedos de una mano. Leer entre líneas es clave en este momento.
Por lo que mi recomendación es: si hay alguna noticia que realmente llame la atención , leerla entera, y tratar de contrastar con otras fuentes. Parece que lleva un largo tiempo, pero si entendemos que la sobreinformación actual que nos ahoga nos hace leer noticias que en el fondo no nos interesan, sí habrá tiempo para informarse de verdad.

jueves, 11 de abril de 2013

Mejor No hablar de ciertas cosas

Tal vez parezca que este post va en contra de toda la filosofía de este blog, pero es en realidad un complemento. Generalmente opto por hablar de todo, por la sencilla razón de que no creo que haya tema que no merezca ser tocado, pero como sabemos ningún extremo es bueno.
Básicamente los temas que considero que "no se deben tocar" son aquellos que en realidad nos superan o no estamos conectados o no tenemos los suficientes conocimientos para hablar al respecto. O sea, los tocamos, pero no los tocamos todos.
Dos ejemplos: el primero que se me ocurre es el de la pena de muerte, más conocida como "el que mata tiene que morir". Este escrito, de hecho, fue inicialmente pensado para expresar mi opinión respecto a ese tema pero me detuve al pensar que 'dolor contra dolor no se puede combatir' y que no sé qué pasaría, si cambiaría la misma o no, en caso de que alguien cercano a mi sufriera algo como eso -esperemos que no. A lo que voy es que podría pasar que lo que pienso pudiera cambiar en caso de que algo así sucediera, y sacar conclusiones desde la bronca e impotencia podría nublar mi juicio. Por eso, a quienes -afortunadamente- no nos ocurrió una desgracia de ese tipo llamo a que nos callemos respecto a eso, porque al no estar en la piel de los que les pasó, seguramente no sabremos de qué carajo estamos hablando.
Otro caso es el tema del aborto: en este llamaría a silencio incluso a todos los varones, a lo sumo los únicos exentos en esto serían los médicos. Porque, a ver, los hombres no tenemos ni la menor idea de lo que es sufrir las menstruaciones, más tarde la menopausia, el llevar un pequeño humano (!) adentro de la panza 9 meses y un largo etcétera; con lo que creo que lo último que nos corresponde es opinar al respecto. Es obvio que fue necesario para que tal criatura se formara, pero en caso de representar algún peligro, sí creo que la mujer debería tener la última palabra. Ojo, estoy hablando de abortar en tanto "bien o mal" (rescato mucho las comillas), no del derecho a abortar con el que estoy completamente de acuerdo.
Insisto, no es que mande a callar para que no se escuchen otras voces, de hecho es para restar opiniones idiotas que no aportan nada esta idea. No significa que no haya gente con la cabeza suficientemente abierta como para tirar la solución acertada en ambos casos por más que no se relacione, pero la historia se cansó de mostrar que nunca ocupan los principales micrófonos. Por eso, frente a todo lo que no sabemos y otros sí, guardemos un respetuoso silencio.

jueves, 4 de abril de 2013

La Mosca y la Sopa


Tratando de lucirse, un chancho puede comer un jamón (siempre revelamos a lo que estamos sometidos).
La mosca está en la sopa... aceptémoslo.
Sentados a la mesa servida están  nuestros héroes. Esos tres bombones que creen que arman un gran cacao. Esos que han ganado reputación garcias a los papeles duros y los muñecos vudú de este sociedad espectáculo. 
El primero de los comensales rechaza de pleno el plato. El segundo quita la mosca del plato y toma la sopa. El tercero exprime la mosca dentro del plato hasta la última gotita y luego la come con fruición. 
Mientras tanto, lenta, muy lentamente, se les mete la muerte por donde los monos se meten la manzana. 
Queridos amigos, la franela no es como la gamuza. Puede que alguna de estas noches no nos encontremos aquí ya. Puede ser cualquiera de nosotros el que se va al pasado. Allí, un chimpancé viejito atiza el fogón.
Se llama Adán y es tu gran papito, ese mono que ríe, despacito, en la oscuridad.
Allí, y para siempre, aprendimos que ciertos fuegos no se encienden frotando dos palitos.

Texto encontrado en el interior del disco "La Mosca y la Sopa", de Patricio Rey y su Redonditos de Ricota

lunes, 1 de abril de 2013

Análisis de Discos V: Dark Side of the Moon [segunda parte]


Sin dar más vueltas, pasemos a las canciones. Ponemos el disco e inmediatamente comienza Speak to me [Háblame] y el latido de un corazón. Eso ya es clave, porque por más que el corazón vaya más lento que uno normal, ya está estableciendo un contacto natural y muy vivo con el oyente. Es un corazón que late, algo que cualquiera tiene si está con vida, y que se relaciona con el espectro y la línea verde que ayer mencionamos. Avanza la canción y nos vamos encontrando con voces, sonidos y efectos que aparecerán a lo largo del álbum. Las voces en particular, responden en suma a unas preguntas escritas en tarjetas por el propio Waters, cosa de ponerle más énfasis en el costado humano. Si bien arrancaban con algunas para romper el hielo, luego se complejizarán. Entre otras, figuraban: “¿Cuál es tu color favorito?” [What’s your favourite colour?], “¿Qué pensás del lado oscuro de la luna?” [What do you think of The Dark Side of the Moon?], “¿Le tenés miedo a la muerte?” [Are you afraid of dying?], ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste violento [When were you last violent?] junto con ¿Estabas en lo correcto?/¿Tenías razón? [Were you in the right?], ¿Alguna vez pensaste que te estabas volviendo loco? [Do you ever think you’re going mad?] y “Si así fue, ¿porqué? [If so why?].
           
Es a partir de aquí que escuchamos respuestas tales como “He estado loco por muchos putos años, absolutamente años, he estado al borde por ‘yonks’. He estado trabajando mucho para bandas, creo. Caray…” [I’ve been mad for fucking years, absolutely years, I’ve been over the edge for yonks. Been working with bands so long, I think. Crikey...] ó “Siempre he estado loco, sé que he estado loco, como muchos de nosotros lo estamos. Es muy difícil de explicar porqué estás loco, incluso si no lo estás [I've always been mad, I know I've been mad, like the most of us are. It's very hard to explain why you're mad, even if you're not mad][1]. Lo que sería muy coherente es hacernos estas preguntas a nosotros mismos, si estamos locos, si somos, si no, qué es la locura o peor aun, qué es la normalidad.
            En el medio se cuelan risas diabólicas, cajas registradoras, sonidos de helicóptero, y gritos. Está bien, es lógico que alguien pida que le hablen en medio del estrés y la marabunta de todos esos sonidos. Buscar un par, un igual, alguien de quien tomar la mano y hablar el mismo idioma –si bien surgió del pedido en el estudio del experimentado productor de esta obra: Alan Parsons. Originalmente nadie iba a firmar esta canción, hasta que Mason mezcló los sonidos y se lo adjudicó. Dicho tema fue pensado como obertura y así funciona: anticipando lo que vendría.
Lo que se conecta inmediatamente es Breath (in the air) [Respiro (en el aire)], que constituyó un experimento para repetir la misma melodía en canciones consecutivas. Lo cierto es que la melodía se repite a lo largo del tema, pero va haciendo pequeñas pausas, cosa que esta también “respire”. Aunque bien podría tratar de todo lo que se respira en el ambiente: la locura del día a día, el estrés, la rutina, el correr sin cesar, la competencia, el egoísmo. Pero bien podría verse como un track que invita a tomarse un respiro, un momento, a pensar y reflexionar. Por más contradictoria que se presente la letra, lo que hace es mostrar las dos caras del mensaje: que el conejo cave un pozo y al terminar cave otro, abandonar a todos menos a quien te lo sugiere y elegir tu propio lugar, tuyo y de nadie más, que no te lo roben. Pero terminan apareciendo las lecciones de que todo lo que hagamos o no es nuestra vida, y podés estar en la cima de la ola transando con los demás, pero tené cuidado, porque también estás más cerca de la Muerte.
Como todas las letras son de Waters, aquí es donde comienzan a efluir sus ideas. Hasta hora balanceamos un instrumental y un vocal y el mensaje ya comienza a salir a la luz. Es cuestión de seguir escuchando para que los conceptos comiencen a cerrar.
De un salto vamos a On the Run [En carrera], construcción hecha a base de un tecleo en el VCS3. El VCS3 (Voltage Controlled Synthesizer 3 – Sintetizador de Voltage Controlado 3), como sus siglas lo indican, era una clase de sintetizador mediante el cual uno podía, con el teclado de la tapa, programar una melodía y modularla en volumen y rapidez según su antojo. Eso fue exactamente lo que pasó: para ‘Live at Pompeii’ ya había algo hecho, que Gilmour trató incluso de mejorar. Pero llegó el bajista, no le gustó, lo cambió y así quedó.
            La referencia de la canción atiende claramente la paranoia por el día a día que cada uno vive, el desconfiar del otro y más de una vez creer que nos están persiguiendo. Así también, enfoca en lo que es estar constantemente de gira, no perder los aviones y llegar a tiempo a un lugar, algo que Pink Floyd conocía muy bien (se llegaron a contabilizaron más de 400 shows sólo en 1972). De ahí que suenen los pasos, las voces del megáfono del aeropuerto, los efectos de ida y vuelta que van de un parlante a otro y en el medio el corazón que irremediablemente sigue latiendo… También aborda el miedo a volar que la banda iba tomando a medida que viajaba –sobre todo Rick Wright – y finalmente a morir en un accidente aéreo… que es lo que se escucha al final. Cabe destacar que en el demo original se incluían autos de carrera, bocinas, efectos que se apagaban, muchas más corridas y no se incluía la explosión final. Al contrario, se agregó la voz que dice “Live for today, gone tomorrow… that’s me ja ja ja” [Vivir hoy, irse mañana, ese soy yo ja ja ja] lo que abre aun más la idea de vivir hoy como se pueda de la mejor manera posible, aunque suene un tanto macabra la risa final.
Lenta, lentamente se escuchan relojitos… Boom explota la apertura de Time [Tiempo] que parece gritar ‘¡despertate, reaccioná!’ porque el tiempo sigue girando, tu vida también, y nada lo va a detener. Grabada de una relojería y sacado de ‘The Travel Sequence’, esta intro es perfecta para el aire carpe diem [aprovecha el día] de la canción: es cierto que la vida parece larga y ‘bueno, ya habrá tiempo para hacer eso’, pero la verdad es que la vida se va y eso que estás esperando no va a pasar a menos que vos le pongas ganas. El alrededor va a seguir igual, el/la que se va a marchitar sos vos. Y ahí nomás, asomando, se cuela Breathe (reprise); y así como el reloj siempre al principio, la historia se repite y este disco vuelve a la primer canción vocal, en una pequeña reflexión acotándonos lo bueno que es estar sano y seguro en casa (rodeado de los que te quieren). Fue una lección de vida en un poco menos de 7 minutos, mientras se desarrolló un buen sonido guitarrístico – que en los demos originales no aparecían ni tampoco se conectaba con la próxima pieza clave, The Great Gig in the Sky [El gran show en el cielo].
Cuenta la leyenda que los muchachos le dijeron ‘pensá en la Muerte’. Ella desmenuzó su garganta, y mientras los otros 4 quedaban boquiabiertos por lo que oían, ella salió avergonzada del estudio y les dijo ‘Perdón chicos, canté mal’. Se fue y nunca más la volvieron a ver. Esa es la historia de cómo se grabó el orgásmico grito de Clare Torry para esta canción. Obra de Rick Wright, el mismo se encargaba de decir que estaba muy orgulloso de cómo la obra evolucionaba de un Si menor a un Si bemol y aun así encajaba. Sí, definitivamente fue una genial interpretación con aquellos alaridos desaforados, desesperados, pero también sutiles, delicados, casi siniestros; mientras se va armando ese diálogo entre el piano y la batería. La que iba a llamarse “The Mortality Sequence” [La secuencia mortal] y tuvo su nombre final de uno provisorio, claramente quedó mejor que con las escuchas de la radio que inicialmente tenía, y mejor aun con las voces que afirman “... y no tengo miedo a morir, en cualquier momento que pase, no importa. ¿Por qué debería asustarme? No hay razón para eso, en algún momento te tenés que ir” [And I am not frightened of dying, any time will do I don't mind. Why should I be frightened of dying, there's no reason for it you've got to go some time] y “Nunca dije que me diera miedo morir” [I never said I was frightened of Dying].
Comienza la cara B y comienza esa rarísima base armada en 7/8 (¿No es un poco parecida a ‘How many more times’, de Led Zeppelin?). Con sonidos de moneditas y cajas registradoras, fue compuesta en base a un cuenco de alfarería que la mujer del bajista tenía e ir tirando monedas allí. De ahí salió este himno anti-capitalista y anti-sistema que es Money [Dinero], una canción que describe hasta el detalle y la exageración lo que es el afán de comprar y comprar sin medir las consecuencias, pudiéndose llegar al ridículo de comprar un jet o un equipo de futbol – cosa que hoy lamentablemente sucede. Ah!, eso sí, todo por tener, nada para dar al prójimo. Evidentemente la letra mantiene vigencia porque esas cosas de la época para acá no han cambiado nada… y así le va al mundo. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
            He aquí que aparecen por primera vez el saxo de Dick Parry y los testimonios que contestan “I certainly was in the right” [Ciertamente estaba en lo correcto] ó “I don’t know, I was very drunk at the time” [No sé, estaba muy borracho en su momento] contestando a las preguntas de las tarjetas antes mencionadas (¿Cuándo fue la última vez que te pusiste violento? ¿Estabas en lo correcto?).
            Curiosamente, esta pieza fue editada como single en los Estados Unidos alcanzando el puesto número 13 en las listas… Contradicciones de la vida.
Lo que sucede a continuación es a mi criterio la mejor canción del disco, que es Us and Them [Nosotros y ellos]. Con una de las letras más interesantes, la misma desarrolla el hecho mismo de las divisiones humanas a partir de un contraste inicial en el primer verso de cada estrofa. Este tema es algo que toca directamente a Waters, ya que su padre murió en la Batalla de Anzio, Italia, en la II Guerra Mundial cuando él tenía apenas 5 meses de vida. Entonces, es muy fuerte la parabólica descripción de cómo una pelea a gran o pequeña escala son sólo decisiones de pocas cabezas pensadas para tener más poder, en tanto que el pueblo es sólo unas fichas del tablero.
            En esta ocasión tanto guitarra como saxo cobran un papel central en la canción, permitiéndose extender una música muy fluida y acorde a lo que la composición va cantando. Es notable como el in crescendo se afianza hasta el final, mediando pausas, como contraste conceptual sonoro.
Grito de por medio saltamos a Any Colour you like [Cualquier color que quieras], lo que libera un poco la mente entre tanto arreglo en un mismo disco – palabra de Mason. Es el único tema donde Roger no metió las narices en la composición, con lo que las ideas fluirán entre las guitarras de David y los teclados de Rick. Pareciera decirnos que, frente a todo lo dicho anteriormente, uno puede elegir el color o matiz que más le calce, volviendo una vez más al concepto de la tapa. También es preciso destacar que para ser el cuarto instrumental (!) está muy bien manejado, sobre todo en el sentido de que ningún instrumento “destaque” por sobre el resto.
Todo esto nos da una gran entrada para Brain Damage [Daño cerebral], pieza clave para la cual hay que remontarse a la historia de Syd Barret. La lírica describe que “and if the band you’re in starts playing different tunes/ I’ll see you on the dark side of the moon” [y si la banda en la que estás empieza a tocar diferentes melodías –que era lo que pasaba con Syd - / te veré en el lado oscuro de la luna]. Esto es tenebroso, ya que si Syd se volvió loco, ¿es ese el lado oscuro de la luna? ¿hemos estado escuchando lo que es el lado “claro” de la luna y nos quieren acercar de a poco al lado oscuro?; ¿por qué es el “lado oscuro”? ¿porque es aquel que nadie quiere ver y la sociedad ignora? Tal vez la llamada ‘locura’ sea un estado superior a la media condición normal humana que jamás entenderemos y por ese mismo motivo no la podemos juzgar. La confusión se agranda cuando escuchamos a alguien que dice “No puedo pensar en nada para decir excepto… que creo que es maravillosa ja ja ja” [I can’t think anything to say except… I think it’s marvellous ja ja ja]. La atmósfera hecha por pocas notas en la guitarra de Gilmour ambienta muy bien y tiene una cierta remisión a ‘Dear Prudence’, de The Beatles – recordemos David es un devoto fan  de los cuatro de Liverpool.
Pero faltaba un tema para cerrar esta obra maestra, y Waters sacó Eclipse de la galera. Una canción armada a partir de varios teclados y una estructura similar en todos los versos. También, en orden de volver a empezar, hay una referencia a la letra de ‘Breathe (in the air)’. Es una gran pieza de cierre, porque va describiendo que todo lo que hagamos, digamos, tengamos, pensemos, actuemos está en sintonía bajo la misma línea, pero… ¿Qué pasa si todo eso está eclipsado? Significa que automáticamente todos pasamos a estar en el lado oscuro, y quienes estaban en ese otro lado, van a parar al lado claro o brillante. Será que en el fondo todos estamos locos, y a quienes discriminamos por estar locos tal vez la tengan mucho más clara que nosotros. Para hacer un cierre todavía más genial, se incluye la frase más increíble posible para la ocasión: de parte de Gerry O’Driscoll, el portero de los estudios Abbey Road, que dijo “No hay lado oscuro de la luna, realmente. De hecho, es toda oscura” [There’s no dark side of the moon, really. Matter of fact is all dark].
            Y es lo mejor que se podría haber selecto –quedó descartada la voz de Paul McCartney – porque rompe con todo lo anteriormente dicho en el disco, y aun así encaja. No hay un lado oscuro, todo es oscuro. Locos, normales, violentos, pacíficos, de izquierda, de derecha, todos dentro de la misma bolsa. Todos en un mundo loco sin escape. Por eso toda la banda canta a coro al final, mientras el corazón otra vez se hace presente para finalizar de una vez esta maravillosa placa.
Cerrando la tapa se continúa el espectro que pasa por un prisma invertido para volver a ser luz. Fue un lindo viaje por el lado oscuro de la luna…
Desde ya que el disco fue un absoluto éxito. Esto puede atribuirse a varias causas: por supuesto la genialidad de las composiciones; pero también creo por la unión entre los cuatro músicos a hacer un disco en conjunto –al revés de las composiciones de Atom Heart Mother -, un equilibrio muy logrado entre temas vocales e instrumentales; una tapa muy llamativa y eficaz, el increíble apoyo de la discográfica en el exterior (teniendo en cuenta la máquina chupasangre que es EMI Records); y porque la opinión pública lo declara como un gran disco para tener sexo. En números fríos: se ha mantenido 763 semanas en el ránking 200 de Billboard y ha vendido más de 50 millones de copias (imagínense si la música no se pudiera descargar). Como curiosidad final, quisiera mencionar el efecto “Dark Side of the Rainbow”, que consiste en poner el disco al mismo tiempo que la película “El Mago de Oz” (1939) y la música va ambientando lo que sucede y describiéndolo también (!) – aunque según los músicos esto no fue más que una coincidencia.
En fin, hemos tenido un viaje sonoro y mental de otras épocas pero inoxidable en el tiempo. Surcando la galaxia del hombre, Pink Floyd nos llevó por todos los rincones humanos relacionados con la vida, la muerte, los miedos, el día a día; demostrando que todo lo dicho y hecho de una forma u otra cierra en un gran y esplendoroso círculo… como la vida misma.




[1] Pido disculpas al lector que no soporta ver las traducciones pero no tengo porqué subestimar a aquellos que no saben inglés