martes, 31 de diciembre de 2013

Good Times Bad Times

(Por fin pude usar este título para nombre de un post)

Habida cuenta de fin de año, se me vienen los típicos pensamientos de estas fechas: resultados, balances, resúmenes, etcétera. Y la verdad es que un poco de cagazo da.

Para ser franco, mi 2013 fue muy bueno -a diferencia de lo que parecería le pasó a mucha gente. Sin ahondar en detalles innecesarios, su contraste con el año pasado es tan asombroso que todavía no lo puedo creer. Pero es por eso mismo que temo un poco por el futuro que viene: según la ley del péndulo (en la cual creo), o el karma (en el cual creo mucho más), se nos suele presentar la calma que anticipa el huracán, o bien una tormenta luego de la cual saldrá el sol. Lo cierto es que si mi 2012 fue malo, y mi 2013 bueno, temo el doble por lo que puede venir. A lo largo de la historia ciertamente luego de sucesos buenos o fantásticos, vinieron después épocas de penurias. Aunque también ha sucedido al revés (y sino, chequear las historias pre y post II Guerra Mundial).
Todo lo que puedo decir en ese caso es que los momentos buenos hay que saber potenciarlos, y de los momentos malos rescatar la madera que nos mantenga a flote cuando estemos en el medio del torbellino. Yo hace poco dije que no tenía demasiadas expectativas de lo que iba a venir. Pero si no me puedo mantener contento después de un gran año, y más teniendo en cuenta lo que le falta a tanta gente, significa que soy un infeliz. Por lo que no voy a dejar que pase. Por vida, por juventud, y por gracia. Por Amor, espero me equivoque cuando suponga sobre un mañana nublado. Porque todavía queda bastante por recorrer, y quién sabe si no fue este año el inicio de algo mucho mejor. Time will tell us.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Empty Spaces

Como habitual corredor de la ciudad y ciclista de la ciudad que me considero, el ir trajeteando las calles por otro medio ha permitido sacar diferentes conclusiones. Pero quisiera reparar en una en particular:

Las calles están muy vacías. Realmente lo digo. Es simplemente ir por un barrio tranquilo a mediodía, o pleno centro de noche, o cualquier hora y ver cómo falta gente por las calles es alarmante. Pero lo digo por esto: al no haber presencia, no hay actividad, no hay forma de saber lo que pasa en el día a día... excepto por los medios (ay!). Por supuesto que contemplo que la gente va a trabajar, pero no todos trabajan todo el día y aún así sucede.
Pero también siento como si no hubiera ganas de salir, de diversión, de hacer algo. Y si me apuran, puedo tirar 2 razones: la primera es la enorme industria del entretenimiento que nos mantiene más alejado de todo y unidas a ella, con pantallas de todo tipo. Esto genera paja de salir y preferencia por la comodidad de casa. Comprensible pero perjudicial.
La segunda es el miedo. El miedo a que te afanen, a que te choreen, a que te maten (que, reconozco, también sufro) hace que sea más repulsivo salir a la calle. 

Ahora bien, cuando digo que están vacías, es que están vacías. O sea, no se contempla, ni veo situaciones de robo -que tranquilamente podría pasarme de ver- ni situaciones límite. Esto implica que, al no haber gente fuera, no va a haber quién te afane, porque no hay sujeto a robar. A los medios de comunicación, que les encanta inflar este tema deleitándose con el morbo público, nos comunican de asaltos y asesinatos todos los días. Es una reverenda cagada para quienes les pasa, pero no significa que pase todo el tiempo en todos lados. Creo que si todos saliéramos más seguido, aunque más no sea a caminar (las cosas están caras), la presencia de gente podría -digo- calmar o reducir la posibilidad de robo. Es obvio que me arriesgo a decir una pelotudez inmensa pero a mi teoría le falta demostración, con lo que, hasta que no se pruebe lo contrario, es potencialmente posible -ojalá la sea.

Contamos hoy en día con una libertad de andar que antes no se tenía, con lo que bogo por hacer uso de ella, aprovecharla hasta donde más no se pueda y disfrutar de cada día/noche de la vida, porque difícilmente se pueda volver a repetir.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Hermano Perro/ Mestizo

¿Qué sentirá un hermano mayor lo suficientemente consciente cuando se entera que le llega un hermanito menor? Dicen que celos. Nunca lo sabré. Lo que sí sé es que a este blog le salió una especie de hermanito menor. Pero por los patrones que suelo ver no me gustan los hermanos menores, por lo que voy a decir que es una especie de mellizo tardío. Porque estaba adentro mío, sólo que tardó en salir.
Lo cierto es que inauguré un nuevo espacio el 19/12/13 llamado Otras Palabras, cuyo subtítulo es nada más y nada menos que 'Todo lo que no entró en Say No More'. Porque sí, porque a lo largo de todos estos años, 'Say No More' ha tomado una entidad propia de la que estoy muy orgulloso, pero en la que ciertas cosas no encajan. Por eso este nuevo espacio, que será un mestizaje entre mi faceta periodista -aparecerán crónicas, entrevistas- y la de escritor -habrá microrrelatos, cuentos y poemas-.
No sé qué va a pasar con este blog. Porque hace mucho que no tengo ideas asiduas sobre qué escribir (maldito 2012 que me secó la imaginación), sencillamente porque no estoy suficientemente informado. Tampoco se suceden la cantidad de visitas que antaño tenía y prácticamente no hay comentarios. Tampoco olvidemos que los blogs pasaron hace rato de moda, lo que de una forma u otra termina afectando.
No creo que vaya a cerrar este espacio, o sería una falta de respeto a todos estos años de gente discutiéndome, debatiéndome y haciéndome crecer. Pero llega un punto, por lógica mutación, en que un cambio es necesario. Y no es un escape de mi ni de ningún lado, sino... simplemente tomarlo como una construcción de una habitación al lado de esta gran casa que es mi blog.

viernes, 20 de diciembre de 2013

El Día que apagaron la Luz

¿Nos hemos dado cuenta la dependencia que tenemos con la luz? Tal vez este sea un post muy porteño por el momento, pero cierto es que se puede proyectar a otros lugares del país y del mundo.
Volviendo al punto, estos días donde ha escaseado la luz en más de un barrio de Capital Federal todos tuvimos la posibilidad de ver lo atados al suministro de energía eléctrica que estamos. La heladera, la tele, el teléfono, la computadora, el ventilador, el aire acondicionado, el microondas, la tostadora, las lámparas; son todas cosas que usamos asiduamente y estos días se nos han visto negadas. Cuestión por la que más de uno sufrió. Ahora, lo increíble es ver cómo no se han buscado alternativas serias ante esta potencial eventualidad.
Bah, buscar se ha buscado, sólo que no han habido políticas al respecto: los tragaluces, la "lamparita para pobres" inventada en Brasil, los paneles solares, el regulador de agua creado en España, son todos hijos de la necesidad -necesidad de gente de escasos recursos, que los gobiernos se han negado a aplicar.
Más allá de preguntarme cómo es posible que escasee una fuente de recursos renovables, las inquietudes que tengo son 2: por un lado, qué negocio habrá para que no se apliquen medidas de distribución y ahorro -y no la ridiculez de pedir grupos electrógenos en todos los edificios-; o bien se los suprima ante la acción popular (como sucedió en España con la "privatización del sol"). Y la segunda es, como dice un maravilloso libro que estoy leyendo, Dios y el Estado, de Mijail Bakunin, tratar de no hacer de nada nuestro "dios", por natural imperfección y falencia del mismo, y por eventual fallo que puede tener este o nos veremos condenados a su conducta, dejando a su libre merced nuestra libertad. Y ojo con subestimarlo, nunca se puede saber hasta dónde pueden llegar las consecuencias.

viernes, 13 de diciembre de 2013

No future [?]

No acostumbo a traer posteos pesimistas a este blog. Pero lo sucedido hace un par de días me dejó realmente una profunda tristeza. Bronca, impotencia. Decepción, desconfianza. Alicaimiento. Llámenlo como quieran, pero como tal me produjo más de una cosa en la que pensar.
La situación del país, de más está decirlo, no es la mejor. El 10 último se vieron 2 polos prácticamente opuestos: por un lado, el conflicto desatado en Tucumán, Santa Fe y otras provincias; y por el otro, los festejos por los 30 años de la vuelta ininterrumpida de la democracia a la Argentina.
Vamos por partes: tenemos en el primer flanco a la policía pidiendo $8100 de sueldo básico. Hijos de mil putas: corruptos, ineficientes, represores, liberan zonas, desaparecen gente (Luciano Arruga, por caso), cómplices de las redes de trata y todavía reclaman más plata. Para colmo, como el resto de los gendarmes vio que la estrategia en Córdoba funcionó, copiaron. Y la gente -lógicamente- entró en pánico.
En otro costado, los festejos en Plaza de Mayo.Todo bien (¿todo bien?) con celebrar el aniversario, pero sinceramente no me parecía el momento adecuado. Y no creo que hubiese sido una falta de respeto ni algo por el estilo el posponer los festejos para más adelante. Yo no sé si los saqueos estaban organizados o no, no me da esa sensación -ojalá me equivoque, ya que mejores argumentos no tengo- pero me pongo en la piel de alguien que no ha sido criado con cultura del trabajo hace ya 3 o 4 generaciones, y no veo una coincidencia en que dicha gente salga a robar -sea lo que robe. Es triste, pero en un punto tiene sentido.
En otras palabras, ¿estamos seguro de lo que festejamos? Preferiría afirmar que van 30 años de la retirada formal y práctica (excepto por los levantamientos) de la última dictadura militar antes que por un sistema político que ha pocos ha dejado y deja algo realmente. No es lo mismo democracia política que democracia económica, y bien valdría preguntarse cuál se festeja. Pero partamos de la base: 'democracia' etimológicamente significa que es el pueblo quien toma las decisiones. Ahora bien, ¿el pueblo toma las decisiones o elige a quienes toman las decisiones por el? Estos electos, ¿son el pueblo? ¿Lo representan? ¿O son unánimes representantes de un sistema que constantemente pudre por dentro? ¿Cuántas pruebas más necesitamos para ver que el poder corrompe? No importa qué tan buenas intenciones se tenga u honesto se sea, el ambiente sucio termina por tragárselo a uno, como personas que somos y comunidad social que conformamos. Lo lamentable que queda después es que, perpetuándose por distintos tiempos y nombres, los partidos políticos terminan por disputarse el poder por el poder mismo -como bien dijo George Orwell en 1984.
No estoy seguro de tener que festejar por un sistema que "garantiza" la libre expresión y pensamiento porque eso ya debería ser así. ¿Quién es quién para venir a decirme "estás libre de pensar y decir lo que quieras"? Suficiente es la presión social como para encima tener que soportar que un sistema me avale políticamente -aunque económicamente se cague en mí.
Argentina está virando lentamente al derechismo otra vez (Vaca Muerta/Chevrón; el préstamo por 3 mil 300 millones de dólares al Banco Mundial) y el descontento general, sumado al inflador de miedos que son los medios, le está abriendo una puerta enorme al liberalismo para el futuro -vade retro Macri 2015.
Yo soy alguien que está estudiando periodismo y próximamente estudiará música. Teniendo en cuenta que los diarios han endurecido sus líneas editoriales, se lee más en digital que en papel -se los dice un canillita- y las editoriales esclavizan a sus escritores; mientras que la gente descarga más música en vez de comprarla, la competencia es feroz, los espectáculos son cada vez más reducidos por un tema costos/entradas, la verdad es que temo por mi futuro.

Temo, porque no sé realmente qué va a pasar, a dónde vamos a ir o qué nos va a guiar en un mundo donde el progreso va más rápido que el humano. Porque, si en nuestro suelo vuelven a remar políticas de las que aún sufrimos consecuencias -sí, los '90-, dicho re-proceso sería volver a irse al tacho antes de tiempo.
¿A dónde nos vamos a escapar cuando no tengamos lugar a donde ir? Por lo pronto, yo sé que la Revolución no puedo hacerla yo solo y tratar de empujar al mundo a cambiar cuando no puedo cambiar ni a mi propia familia es algo iluso. La paja, la inercia, la indiferencia, el miedo, la ignorancia y el prejuicio han hecho estragos en la sociedad. Las consecuencias de las buenas políticas tardan años en aparecer; la de las malas, es casi instantáneo. Por eso, al menos por ahora lo mejor será dedicarse a la introspección y tratar de curar y mejorarse como persona. Sin embargo, me queda aun la duda en el tintero de por qué no habrá realmente ganas de zafarse de una realidad que a sobradas pruebas no le hace bien a la mayoría. ¿Por qué será que la gente tiene miedo a la Revolución?